
Aunque tuvo tiempos mejores, el barrio de Arrancapins de Valencia no envejece. No es hipster como su vecino Ruzafa ni turístico como El Carmen, pero mantiene la esencia de un barrio de esos que a uno le gustaría vivir. Su idiosincrasia se fundamenta en la convivencia de tiendas y bares de toda la vida, espacios donde una pausa entre semana es (casi) obligatoria, con espacios nuevos que quieren asentarse, otros tantos efímeros y una población familiar, pero en transición hacia un cambio generacional impulsado por la llegada de jóvenes.
La vida de este barrio se articula en torno a dos ejes, el mercado de Abastos y la plaza pintor Segrelles. Su localización en el mapa (entre la Gran Vía Fernando el Católico y Pérez Galdós) le aporta una cierta exclusividad que no tienen otros barrios aledaños.
Por exclusividad entiéndase la tranquilidad que da vivir en un barrio que no ha sido tomado por el turismo de masas (todavía) y próximo a todas las zonas centrales de Valencia (Ruzafa, Ciutat Vella, Ensanche o el antiguo cauce del Turia). Pero, si nos damos una vuelta por Arrancapins, ¿qué es lo que nos podemos encontrar?
Bares de toda la vida (y otros no tanto)
Si hay un lugar en el que saben más del barrio que nadie es en Rausell (c/Àngel Guimerà, 61). Un espacio que puedes disfrutar desde la barra del bar, como un tapeo improvisado, o con cuchillo y tenedor en su restaurante. Si llevan aquí desde 1948 será por algo. Si vienes, no te puedes ir sin probar una de las mejores bravas de Valencia.
Sin importar el día de la semana, también te puedes bajar a tomar algo al Fata Morgana, Cracovia o La Caverna, las últimas incorporaciones de la zona. O si te gustan más los clásicos, la cervecería Villaplana (frente al mercado de Abastos) es otro de los puntos con más solera de Arrancapins.
Un mercado convertido en centro deportivo
Este espacio, inaugurado en 1948, servía para la recepción de mercancía, su carga y descarga para abastecer a toda Valencia. Sin embargo, los más jóvenes solo recuerdan por su uso actual: un centro deportivo con piscina climatizada y un instituto público. Es sede también de la Policía Local del distrito y de la Junta Municipal.
Restaurantes que merecen una visita
Hay para todos los gustos. Los asiáticos los encabeza un clásico, Mey-Mey; los italianos siguen la estela de Spacca Napoli, una de las mejores pizzas de Valencia; Perú tiene su sede en Orson y una buena carne y tapeo se pueden probar en La taula de Paula.
Las buenas terracitas aquí son las de Juan Llorens y sus calles colindantes. La mejor repostería está en Dulce de Leche y los mejores cócteles los sirven en Hawaika.
Salas de conciertos míticas
No hay una sala que lleve más años al pie del cañón que El Loco. Ya te hablamos una vez de ella, pero aprovechamos la ocasión para recordarte que aquí siempre sucede algo. La programación de esta sala se renueva cada semana y cuenta tanto con grupos extranjeros como locales. También se utiliza a veces como una sala de conciertos privada o para eventos organizados. Está en Erudit Orellana, 12.
Edificios que son historia de Valencia
Si hay un edificio que destaca en el barrio por encima del resto es la Finca Roja de la calle Jesús. Es un espacio residencial, pero se ha convertido en todo un símbolo de Valencia. El edificio se construyó entre de 1929 y 1933 y su arquitecto es Enrique Viedma. En total, se planificaron 378 viviendas basadas en un concepto que pretendía aprovechar al máximo los más de 15.000 m2 de la manzana para uso comunitario. La construcción de estas viviendas estaba inicialmente destinada a obreros que buscaban vivienda en Valencia a finales de los años 20.
Foto de portada: Cracovia Bar