Es un espacio residencial, pero se ha convertido en todo un símbolo de Valencia.
No hay en Valencia un bloque de pisos con más solera que la Finca Roja. Y quien viva aquí debe sentir una mezcla de orgullo por ser su casa, pero también de responsabilidad con la historia y la cultura. Ubicada en la manzana que delimitan las calles Jesús, Albacete, Marvá y Maluquer, es todo un ejemplo de un óptimo diseño residencial y comunitario.
El edificio se construyó entre de 1929 y 1933 y su arquitecto es Enrique Viedma. En total, se planificaron 378 viviendas basadas en un concepto que pretendía aprovechar al máximo los más de 15.000 m2 de la manzana para uso comunitario. La construcción de estas viviendas estaba inicialmente destinada a obreros que buscaban vivienda en Valencia a finales de los años 20.
Conocida también como la «casa colmena» del barrio de Jesús, representa la incorporación del racionalismo arquitectónico al diseño valenciano, estilo del que formaba parte su autor. Esto se ve ya en la fachada de la finca, con el empleo de formas geométricas simples o el empleo del color y del detalle constructivo por encima de la decoración.
A lo largo de su historia, se han llevado a cabo diversas restauraciones en este espacio. En el interior, lo más destacable es el gran tamaño de los pisos, en torno a los 100 m2 o más. También, en el exterior, destacan los detalles superiores de las ventanas (en verde turquesa) y los torreones de las esquinas, pensados como depósitos de agua, aunque nunca han funcionado como tal.
Pero el mayor secreto es la zona ajardinada interior, solo accesible a los residentes. Antes, este patio también albergaba comercios y servicios para los vecinos, como una zona de juego apra los niños que habitaban el edificio. Hoy todo eso se ha perdido, pero el espíritu obrero de sus inicios todavía perdura.
Foto de portada: Juan Mayordomo