Puede parecer una obviedad, pero no hay nada más sagrado para los valencianos que la paella. Somos una comunidad que comparte a los cuatro vientos las virtudes propias cuando se hace en casa y las desgracias ajenas cuando se cocina fuera de nuestro territorio. Nos enorgullece el socarrat, pero nos saca de quicio que alguien cuele un pimiento, una cebolla o unos guisantes en su receta y le siga llamando «paella». ¿Y si fuéramos un poco menos talibanes?
Esa es la filosofía de David Montero, cocinero y creador de la marca Ricepaella en Internet. Con casi 40 mil seguidores en Instagram se ha convertido en uno de los embajadores públicos de la paella valenciana, pero en su perfil no faltan otros arroces que exploran los límites entre «paella» y «arroz con cosas». Arroz de pez mantequilla y alcachofas, de aguacate, de dátiles y algas o de cúrcuma, jengibre y limón son algunos de ejemplos de sus arroces cocinados en paella que le han disparado en la red de los likes.
«Soy un defensor de la auténtica paella valenciana, pero creo que el recipiente tiene más posibilidades. En Valencia cuando se cocina dentro de una paella somos menos transigentes, pero deberíamos dejar que la palabra «paella» se utilizase más. No pasa nada porque la llamen así mientras mantengan un poco la esencia», explica Montero.
La esencia de los arroces valencianos que defiende Ricepaella, y que ahora plasma también en su libro Paella Lovers (Ed. Sagantana), es arroz en finas capas y con mucho sabor a partir de pocos ingredientes muy bien integrados entre sí. Lo que el define como «arroces creativos».
Para evitar conflictos culinarios identitarios, este cocinero siempre se refiere a sus platos como «arroz de» para establecer una delgada línea entre la receta original valenciana y el resto. Pero recuerda que de la terreta hacia fuera es tarea complicada explicar las diferencias.
«Es muy difícil explicarle a un extranjero que el recipiente donde lo estoy cocinando es una paella, pero no lo puede llamar paella. Por poner un ejemplo: hay una receta de arroz de aguacate que alguien puede pensar que estoy loco, pero realmente al mantener la esencia de nuestros arroces, el público en Internet se lo está tomando bien», confiesa.
Hasta al fecha Montero cuenta con dos importantes avales en su trayectoria: el premio a «Mejor paella de la Comunitat Valenciana» del último concurso internacional de paella de Sueca y un papel de embajador mundial de este plato que trasciende las redes sociales y le permite viajar por los 5 continentes. Además, imparte talleres en escuelas de cocina y comparte la experiencia de la huerta con colegios a través de su proyecto.
Esa experiencia en el extranjero le ha hecho ver de otra manera lo que aquí calificamos como crímenes gastronómicos contra este plato. «Tenemos que darle la vuelta a esta percepción. Hay que estar contentos como valencianos que la paella se haya internacionalizado tanto como la pizza. Si tuviéramos la mente más abierta, haríamos que nuestro plato se extendiese un poco más porque es una de las palabras más buscadas en Google. Siempre dejando claro que cuando quieran comerse una auténtica paella valenciana, tienen que venir a Valencia», reconoce.
Fuera de España no hay arroz bomba y el garrofón es un auténtico desconocido al igual que la bajoqueta. Esto puede explicar los inventos variopintos que llenan libros y cartas de restaurantes extranjeros. Aún así, este maestro del arroz reconoce que hay dos límites infranqueables: la paella mixta y los arroces en los que el arroz brilla por su ausencia.
Visto así, la posición extremista – y aquí entonamos el mea culpa – carece de poco sentido hasta el punto de lanzar una pregunta al aire: ¿En qué punto una paella deja de ser tal para convertirse en un «arroz con cosas»? Después de escuchar la visión de Ricepaella, ya no es tan fácil la respuesta.