Recorrer durante unos minutos el casco histórico de Chelva bastan para darnos cuenta de que estamos ante la versión valenciana de Chefchauen, el icónico pueblo marroquí situado en la cordillera del Rif. Los tonos blanquiazules de la zona musulmana de la localidad nos trasladan a otros paisajes lejanos sin salir de Valencia.
Calles sinuosas y empinadas cuentan la historia de un municipio en el que en su día convivieron musulmanes, cristianos y judíos en apenas unos metros en pleno siglo XIV. Cada comunidad vivía en calles delimitadas, pero todas adoptaron un característico tono azul que hoy hace que se conozca a Chelva como «El pueblo azul de Valencia».
Este color, junto con el blanco, se escogió para ahuyentar al sol y los mosquitos durante los calurosos meses de verano. Hoy, turistas y locales se pierden por sus calles mientras contemplan la llamativa estampa que forma parte de la Ruta de las Tres Culturas.
Este corto trayecto recorre el barrio árabe de Benacacira, formado en el siglo XI, el barrio judío del Azoque, el barrio mudéjar-morisco del Arrabal y el barrio cristiano. Este último es más amplio y menos sinuosos que los anteriores y puede ser la última parada antes de adentrarnos en el Museo Arqueológico de Chelva, otro de los reclamos del municipio.
El Ayuntamiento de Chelva detalla en su página web toda la ruta en una guía que podemos llevar directamente en el teléfono móvil. La visita se puede complementar además con otros puntos de interés por la zona como Peña Cortada o la Ruta del Agua.
En 2020, la UNESCO reconoció el entorno de Chelva, el Alto Turia, como nueva Reserva de la Biosfera. Esta zona comprende los municipios valencianos de Aras de los Olmos, Benagéber, Casas Altas, Casas Bajas, Chelva, Titaguas y Tuéjar y el municipio castellano-manchego de Santa Cruz de Moya. Por todos ellos transita el río Turia, con desembocadura en la ciudad de Valencia.