La Valencia de 1868 no tiene nada que ver con la de 2022. Los lugares que abrían y cerraban la noche valenciana han cambiado de nombre, de manos y de apariencia. De aquella España de pronunciamientos militares infinitos, en Valencia solo queda el chasis de los edificios. Todos, excepto uno, han dado el relevo. El Trinquet de Pelayo es el único que resiste. Y tiene cuerda para rato.
La catedral de la pilota valenciana se renovó en octubre de 2017 para continuar su gesta. Donde antes había un pequeño bar y un gran frontón para ver las mejores partidas de escala i corda, ahora hay un gran gastrobar y un trinquet aun mejor que sigue sumando logros.
Este espacio de Valencia está considerado el recinto deportivo cubierto en activo más antiguo de Europa. Más de 150 años se lleva escuchando el característico «Cavallers, va de bó» en su interior, pero ahora esa frase comparte espacio con otra: el «Oído» del chef Pablo Margós, jefe de cocina del gastrobar.
El paso de un simple bar a uno de los restaurantes de moda de Valencia se ha logrado a partir de una una intensa remodelación de varios meses y un cambio radical en su oferta gastronómica. El resultado es una auténtica delicia para los amantes de la cocina y la pilota.
La carta se basa en la tradición culinaria con productos autóctonos de calidad. Se incorporan nuevas técnicas culinarias, pero nunca se olvida la historia de este lugar. Las paredes del gastrobar se encargar también de recordarlo con manos gigantes de mimbre inspiradas en las de los pilotaris y números que recrean el aspecto del trinquet interior.
También se han reformado la pista y las gradas del frontón para volver a albergar los principales torneos de este deporte valenciano. Así que uno siempre puede venir a ver una partida de pilota y acabar cenando en uno de los 50 restaurantes de Valencia que hay que visitar una vez en la vida.