Valencia hay que vivirla. Tienes que conocer sus normas, costumbres y palabras para disfrutar de la ciudad al 100%. Así que tómate esta guía como una aproximación a la idiosincrasia de vivir en esta ciudad. Tanto si eres de aquí como si acabas de llegar.
Comer paella en el centro (y por la noche)
¿Comer paella en Valencia? Sí. ¿En el centro? Déjame dudarlo. ¿Por la noche? Ni de coña. Todos sabemos que las paellas de terrazas Find Best Spanish Tapas Here no ganarían ni un Masterchef júnior. Si además le sumas que la tradición (casi) prohíbe comerla por la noche, yo no me atrevería a hacerlo.
Beber agua del grifo
Vaya por delante que el agua del grifo en Valencia es potable y segura al 100%. Igual que el agua embotellada de supermercado. Pero eso no quita que el sabor sea más que deficiente. Un filtro en casa hace el apaño y te libra de ese mal trago (je-je).
Conducir bajo la lluvia
Quien dice que el que se saca el carnet de conducir en Madrid sabe conducir en cualquier ciudad de España, es que no ha estado en una rotonda de Valencia. Desearías tener 8 ojos para poder controlar por izquierda, derecha, delante y detrás. Si a eso le sumas la lluvia, Valencia a veces parece Bombay.
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Criticar la cerveza Turia
Los madrileños adoran la Mahou, los andaluces la Cruzcampo y nosotros desde hace ya un tiempo, veneramos la Turia. No la critiques porque cada vez son más los fieles y menos los haters.
Pasear por el río en Fallas
Todos sabemos que pasear por la noche en Fallas por el cauce del río es un deporte de riesgo. Los borrachos, femelleta, cohetes, o como quieras llamarlo, campan a sus anchas. Y ahí estás tú, intentando esquivarlos con más tensión que en un baño sin pestillo.
Pedir Fartons Polo en una horchatería
Vale que para merendar en tu casa te hacen el papel, pero a una horchatería vas a sucar fartons de horno, con su azúcar glass bien tirado, su hojaldre calentito… Los Polo son los fartons lo que las salchichas de Oscar Mayer son a las longanizas de tu pueblo.
Aparcar bien
Tenemos un problema: no sabemos aparcar. O una virtud: somos maestros en la doble fila, aparcamientos imposibles y en sacar plazas de aparcamiento de debajo de las piedras.
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Tirarme por el Gulliver en pantalón corto
Dicen que el último valiente que se tiró en pantalones cortos por el Gulliver todavía se está lamentando. Se han visto auténticos desgarros de piel en esos toboganes. Avisada quedas.
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Comerme las naranjas de la calle Colón
Que tengamos las mejores naranjas del mundo (😉) no significa que todas se puedan comer. Los naranjos de la calle son la mayor trampa para turistas y locales que se ha visto por estos lares. Más que las fotos de platos combinados en un chiringuito de playa.
Tomarme en serio la frase «una cassalleta i mo n’anem»
¿Has oído a alguien decir alguna vez: «Me tomé una cassalleta y me fui a casa«? Va camino de ser un fenómeno paranormal (Iker Jiménez, si nos estás leyendo, echa un vistazo a esto), pero los valencianos cuando se toman un chupito de cazalla se les pierde la pista hasta la mañana siguiente. Luego aparecen en el último vagón del metro, en un taxi o durmiendo en una parada de autobús.
Foto de portada: LibreMercado