PichiAvo podría ser el nombre de una dupla de dibujos animados o del dúo de cómicos favorito de tus padres, pero no hay hábitat más alejado que la televisión y los escenarios para ellos. Esta pareja de artistas urbanos ha hecho de la calle su galería de arte más grande a partir de una inusual unión entre arte clásico y moderno que les ha llevado desde 2007 por todo el mundo. «En el fondo nos consideramos pintores clásicos«, cuenta Avo desde el taller que comparten a las afueras de Valencia.
Quien no los conoce llega a pensar que sus murales son obra de una única persona, pero eso era precisamente de lo que querían escapar estos dos valencianos cuando unieron fuerzas, del egocentrismo artístico.
La siguiente conversación con Avo recorre su inicio y evolución como equipo y las líneas maestra del proceso creativo en base a dos proyectos icónicos de la ciudad de Valencia: el mural que pintaron en Ciudad Fallera y el diseño de la próxima falla municipal junto con los artistas falleros Latorre y Sanz.
¿Cómo empezaste en el mundo del grafiti y el arte urbano?
Empecé por casualidad. Era 4º de la ESO o 1º de Bachillerato y el mundo del hip-hop me llevó un poco por ahí junto con una inquietud artística de dibujar. Empiezas a experimentar y te das cuenta que puedes hacer cosas en grandes formatos en la calle que te llevan fuera de lo que es el típico artista de estudio. Eso me atraía bastante. Estamos hablando de hace 13 o 14 años.
En el caso de Pichi, fue parecido. Él empezó más pronto, en 1995, en el instituto a través de un conocido. Estás dibujando y te dicen: «Oye, por qué no pruebas el grafiti» y así empiezas. Con la tontería, como un hobby, del hobby al trabajo y así se crea todo un mundo.
¿Qué estudios habéis hecho ambos?
Pichi tiene Bellas Artes y yo tengo Diseño Industrial. Hice bachillerato artístico y me pasé a Diseño Industrial. Ambos tenemos esa historia artística detrás y esos conocimientos que te sirven un poco para ampliar campos. Teníamos una dinámica de trabajo antes de los estudios y estos te sirven también para experimentar más, conocer otras técnicas y formas de trabajar que actualmente aplicamos.
Antes de PichiAvo, trabajaste en solitario. ¿Qué recuerdas de aquellos años?
Era un momento de experimentación, de ir probando y conociendo. Otro tipo de trabajo por así decirlo, de maneras de hacer las cosas porque estás solo. Actualmente somos dos y el trabajo lo ves de otra manera, en equipo. En aquel momento, era el hecho de querer superarte cada día, estar en contacto con otros artistas, ver qué se podía hacer, ir mejorando tus conocimientos. Estar solo te hace un poco más fuerte porque nadie te apoya. Después tienes tus amistades, creas tus grupos artísticos y eso lo hace más fluido.
¿Cómo os conocisteis Pichi y tú?
Llevamos desde 2007 pintando juntos, más de 10 años trabajando en equipo. Teníamos un amigo en común y los fines de semana solíamos quedar en algún sitio para pintar un mural. Siempre conocías a alguien, le invitabas y a través de nuestro amigo en común, este le invitó y tuvimos buena sintonía. Tenemos la misma forma de pensar a nivel artístico para estructurar las obras y eso ha hecho que hoy en día estemos trabajando tanto. Ha sido sin pensar, empezamos a ver qué podíamos hacer sin planificarlo y así hasta hoy.
¿Cómo se gestiona el proceso creativo entre dos personas?
Lo tratamos como cualquier proyecto artístico que pueda tener un estudio de diseño. Si nos planteamos hacer un cuadro, pensamos en la intencionalidad. Es mucho diálogo entre nosotros y confianza. A veces él o yo no vemos una idea y uno le hace ver al otro que sí puede funcionar. Huir del yo artístico, que al fin y al cabo es lo que pretendemos. Darle la importancia a la obra. Que sí, es una obra de PichiAvo, pero somos dos. Mucha gente se cree que es solo un artista. Jugamos mucho con esa huida del egocentrismo y que el trabajo sea lo importante. Facilita mucho tener los mismos puntos de vista.
En este proceso, ¿alguno de los dos se centra más en determinados aspectos?
No porque lo hacemos todo juntos. Si tenemos varios proyectos en el estudio lo que hacemos es ir rotando. Actualmente tenemos 6 obras y las vamos haciendo a la vez. Si nos gusta estar los dos en una, lo hacemos. Depende de cómo nos sintamos. Fluye bastante y al final es un trabajo a 50-50.
Vuestros murales combinan lo moderno y lo clásico, con seres mitológicos. ¿Por qué esta elección?
Es fruto del trabajo de muchos años y de estar experimentando con estilos en el mundo del grafiti. Empezamos con las letras y fuimos haciendo personajes más reales. Íbamos tonteando con los diferentes estilos y nos dimos cuenta que teníamos mucha técnica porque al final de esa experimentación nos dedicábamos al realismo, aunque no expresaba nada de lo que somos.
Un día en el estudio estábamos haciendo el típico ejercicio de Bellas Artes de pintar una escultura. Era muy pictórica, tenía cosas interesantes, pero no nos sentíamos identificados. Y nos dio por empezar con los botes de pintura, a hacer firmas, letras… y ahí vimos que encajaba como algo nuestro. El inicio del grafiti unido al arte clásico que es lo que nos ha hecho pintar porque en el fondo nos consideramos pintores clásicos. Esas dos mezclas transmiten lo que somos. Después vas descubriendo los puntos mitológicos y puedes expresar mucho más. Leer los mitos y reinterpretarlos para jugar con historias que están olvidadas y recuperarlas.
Cuando empezamos el grafiti estaba mal visto y queríamos ensalzarlo, que estuviera al mismo nivel que el arte clásico o cualquier tipo de arte. El arte clásico está muy olvidado por muchos aspectos y nos parecía muy interesante jugar con esas dos cosas.
Hablamos con Okuda cuando presentó la falla municipal. Nos dijo que para él el arte urbano era el último capítulo de la historia del arte. ¿Cuál es tu visión actual sobre el grafiti?
Nosotros hemos considerado que se llama «grafiti» porque alguien lo ha etiquetado, pero para nosotros es una forma de expresión más dentro del arte. Se llama así, se llama street art… No sabemos a veces ni lo que somos en muchos aspectos. Es verdad que por ‘x’ motivos el mundo del arte estaba un poco estancado y siempre se ha buscado ese punto de vista artístico fresco y eso se ha encontrado en la calle. Hay una tendencia a ese tipo de expresión.
Consideramos que hoy por hoy puede ser el más importante a nivel artístico. Tenemos el arte contemporáneo, pero esto puede ser igual de contemporáneo que cualquier otra expresión. El arte se nutre de lo que estamos haciendo todos en la calle.
Cuando llega el proceso creativo, en murales tan grandes como el de Ciudad Fallera, ¿cómo se desarrolla el proceso desde que surge una idea hasta que se plasma en una pared?
Lo primero es examinar. Cuando nos llega un proyecto siempre pedimos que nos enseñen el muro, que nos digan la zona en la que está para hacer una pequeña inmersión y entender dónde vamos a estar. Luego investigamos la ciudad y su cultura porque pueden surgir conflictos entre conceptos y cultura de la zona en la que estás. Sabiendo todo eso nos planteamos qué se podría representar.
Otra parte es la teoría del color. Solemos ver las tonalidades y, por ejemplo, hemos usado muchos naranjas por los contrastes que hay con el cielo azul al ser complementario. Son estudios que sí analizamos y cuando llegamos allí pueden cambiar muchas cosas. No es lo mismo hacer un planteamiento desde tu estudio o en un avión y que al llegar allí digas: «Esto necesita otra cosa». Tenemos muchos puntos planificados, pero otros tantos son muy freestyle. Nosotros queremos que sea vea que la parte del grafiti es sentimiento, llegar y ver qué pasa. Intentamos hacer una pequeña expresión, aunque todo sea muy legal, tienes tus grúas, tus permisos. Hacerlo lo más semejante posible a lo que hemos vivido.
Respecto a la parte clásica planteamos primero los fondos por una cuestión visual y durante esos días va apareciendo esa escultura clásica y la gente va a conociendo nuestro concepto. Esa parte juega mucho con lo que hayamos hecho en el fondo. Aunque lo hayamos preparado, siempre hay momentos de desconexión de lo preparado para dejar fluir.
La mayoría de vuestras obras están en la calle. ¿Qué os da este espacio que no tiene una galería?
Somos consciente que son espacios diferentes, pero intentamos tratarlos como espacios similares. Trabajar en la calle te da una manera de pintar que en el estudio no lo vas a tener, es una pintura más inmediata. Pero eso también hace que en el estudio apliques lo que vas aprendiendo y viceversa. Nos van enseñando en nuestro proceso artístico.
Pintar en la calle te nutre de la cultura de esa zona, hablas con la gente, escuchas otras opiniones buenas o malas y te ayuda a ver cómo la gente entiende tu obra. Para un artista es importante ver cómo reacciona la gente y si creas la emoción que pretendes. Te da mucho. En el estudio es todo más delicado, más romántico. La calle es más espontánea, más salvaje.
De todas vuestras obras, ¿hay alguna que haya supuesto un punto de inflexión?
Las primeras obras que pintamos de este estilo clásico fueron en Almería y en Mislata. A partir de ahí nos llegó un proyecto para pintar en gran formato por primera vez (aparte de la pared). Fue en Bélgica con unas estructuras de contenedores. Salió por todas las redes sociales y nos dimos bastante a conocer. Esas tres obras son bastante icónicas porque nos dimos a conocer con este estilo.
Luego tenemos obras en Nueva York, como la que pintamos hace un año en el Bowery Wall, que el primer artista que lo hizo fue Keith Haring y hemos sido los primeros europeos en ser invitados para pintar.
¿Qué artistas son sirven de base o inspiración?
Sería injustos decir solo unos porque porque somos muy amantes del arte. Creemos que es muy interesante analizar a todo el mundo, cómo se gestionan, cómo quieren expresarse.. Y de eso se aprende. Desde artistas de arte contemporáneo a clásicos como Caravaggio, Velázquez o escultores. Cogemos un poco de todo. En nuestro trabajo es muy importante la figura clásica y puedes pensar que somos amantes del arte clásico, pero la abstracción nos gusta siempre que tenga una coherencia detrás. De todo se puede aprender. Nunca descartamos.
Del mundo del grafiti, te podría decir tropecientos. Desde Dare, Cantwo hasta John «Crash» Matos en Nueva York.
En vuestras obras siempre hay una bombilla. ¿Qué significa?
Hace muchos años buscábamos un tipo de icono que fuese representativo y solíamos hacer bombillas muy reales. En este estilo que representa el grafiti necesitábamos ese mismo concepto. La bombilla antigua representa esa chispa, la idea, y queríamos mantener esa bombilla, esos pensamientos nuestros. Y al final se ha convertido en nuestro icono, una forma de decir que es nuestro. No siempre están en primer plano, pero siempre están en el mural. Es como nuestra firma. Tenemos nuestra firma de PichiAvo, pero con la bombilla sobraría.
Estáis elaborando la falla municipal de 2019 con Latorre y Sanz. ¿Cómo ha sido todo el proceso de llegar a crear una falla?
Surgió a partir del mural de Ciudad Fallera a la vez que hacían la falla del año pasado con Okuda. Conocemos al equipo de Okuda y a partir de ahí creamos una relación con Latorre y Sanz. Hubo una conexión brutal porque son artistas que entienden el arte clásico, llevan muchos años. En ese momento teníamos una exposición en Lisboa en la que presentamos una columna de doce metros, casi tamaño real de una columna que hay en Grecia en el templo de Zeus. La quisimos hacer con ellos para ver cómo iba la relación, para apostar por gente de Valencia y porque las colaboraciones son bonitas. Y a partir de ahí surgió la posibilidad de presentar juntos el proyecto de la falla del ayuntamiento. Hemos aportado la estética nuestra, el concepto, y ellos se van a encargar de la construcción. Después nosotros pintaremos.
¿Será en estudio o en directo en la plaza?
Vamos a pintar en taller para cumplir los tiempos. Si todo va bien, hay una parte de la falla que la queremos pintar en directo para que la gente lo pueda ver. Todo el concepto de la falla vienen a ser los procesos creativos [NdR: Procès creatiu es el título de la falla] y es una parte fundamental es enseñar los procesos creativos de un escultor y artista fallero. Que se vea que todo es un arte, que pintar o hacer una obra es una reflexión profunda, todo un trabajo. Esa es nuestra intención.
A medio y corto plazo, ¿qué otros proyectos tenéis?
Acabamos de volver de Suecia tras pintar un mural. Ahora nos vamos a Berlín a una instalación que vamos a hacer para Samsung en una tienda del centro. Vamos a pintar en un local con elementos de realidad virtual con dispositivos de Samsung y es una colaboración que nos parecía muy interesante.
Estaremos en Canadá para pintar un mural bastante grande, de unos 30 metros por 12. Y después volvemos a Valencia para ir a Denver a un festival en el que estará Frank Shepard Fairey, OBEY y otros artistas más conocidos.