¿Qué tienen en común La Pagoda, la sede de la Universidad Europea en Valencia, un restaurante Ginos o la plaza de la Legión Española? Estos edificios tan dispares se levantan hoy sobre las ruinas de lo que fue el Palacio Real de Valencia, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad ya desaparecidos.
Desde el siglo XI al XIX, frente a la entrada de los Jardines de Viveros, aquí se levantó este sede para reyes y monarcas de las taifas, la Corona de Aragón, los Austrias y los Borbones. Palacio de dimensiones descomunales (se le conocía como «Palacio de las 300 llaves» por su número de habitaciones), ni rastro queda hoy de sus existencia en la calle General Elio 2, donde se ubicaba su puerta principal.
El palacio se construyó como finca de recreo de los reyes de la Taifa de Valencia, donde se retiraban para descansar. De ahí su ubicación, fuera de los muros originales de la ciudad.
Más tarde fue heredada por las diversas coronas que reinaron sobre Valencia, que lo mantuvieron en su máximo esplendor hasta que fue destruido por las tropas españolas durante la Guerra de la Independencia española en 1810.
SU estructura contaba con una fachada principal que llegó a alcanzar los 200 metros de largo, acompañada de torres fortificadas. Los jardines del propio palacio se extendieron a lo largo de la historia hasta dar lugar a lo que hoy conocemos como Jardines del Real (o Viveros).
De hecho, fue en el interior de estos jardines donde en 2009 se rescataron algunos restos de cimientos y muros de la fachada sur del palacio.
Pese a algún conato de reconstrucción, tras el final de la guerra contra los franceses el palacio se vino abajo en su práctica totalidad y Valencia perdió uno de sus mayores patrimonios históricos.
Si te interesa conocer más detalles sobre la historia de este palacio, puedes empezar por este otro artículo de J. Diez Arnal, una de las principales referencias históricas de la ciudad.