Sabor a cloro, a estanque, a piscina… El agua de Valencia no pasa el examen ni de los ciudadanos ni de un sumiller de agua. Para acabar con esto el Ayuntamiento de València se ha puesto manos a la obra para ver cómo se puede mejorar ese sabor para que, sin llegar a ser agua Lanjarón embotellada, sea aceptable.
Una de las plantas potabilizadoras que suministra a la ciudad, la de El Ralón en Piccasent, está llevando a cabo un proyecto de mejora de la calidad del agua que está previsto que finalice en 2022, según una información de Las Provincias.
Según los estudios, el agua procedente del canal Júcar-Túria presenta dos sustancias que causan ese mal olor y sabor. El objetivo de este nuevo plan es implementar un nuevo sistema conocido como «Proceso de Oxidación Avanzada» para acabar con esto.
Esto se traduce en obras y nuevas infraestructuras que están ahora mismo en fase de desarrollo en esta planta de Piccassent. Hasta la fecha se han invertido 9,4 millones y se calcula que la primera fase se complete en 2019, momento en el cual un 30% de los vecinos de València y área metropolitana (unas 500.000 personas) ya podrán saborear el nuevo agua.
El resto de fases se prevé que se alarguen durante 3 años hasta que la red cambie por completo de sabor. También se mejorará la desinfección frente a virus, bacterias y a invasiones como la del mejillón cebra.
Mientras esto se soluciona, el agua de Valencia seguirá regalándonos monólogos como este de Raul Antón.