Las mascletàs no acaban hoy.
Polvo somos y en polvo(ra) nos convertiremos. Esta frase, que podría ser una de las varias publicaciones «profundas» que tu cuñado comparte a diario en Facebook, en Valencia tiene más sentido que nunca. Con las Fallas como nuestra máxima expresión festiva, la pólvora es uno de esos olores que quedan grabados en la mente de toda valenciana. Como el de la paella recién hecha o la huerta. Entonces, después de toda una vida rodeado de petardos y fuegos artificiales, ¿por qué no despedirse con una mascletà?
Esa es la idea que ha tenido Europlà, una de las casas pirotécnicas de Valencia. Además de disparar mascletàs dentro y fuera de la Comunitat Valenciana, esta compañía da la posibilidad de hacer espectáculos pirotécnicos con las cenizas de los difuntos y colaboración con empresas del sector funerario. Y esa es la última voluntad de algunos falleros.
Algunas personas lo dejan por escrito en el testamento o se lo comentan directamente a su familia y esta empresa valenciana se encarga del resto. Aunque todavía es una ceremonia minoritaria en los funerales privados, se dispara una media de entre 10 y 15 mascletàs al año en Valencia y otras ciudades de España con un precio medio de 300 y 500 euros. Aunque se ha llegado a pagar 1.500 euros por un espectáculo.
Con una urna (o parte de ella, unos 400 gramos) se pueden crear entre 3 y 5 palmeras de color o varias decenas de petardos para una mascletà diurna. Desde la carcasa, las últimas voluntades del difunto salen disparadas al cielo a modo de espectáculo. Es la traca final perfecta.
Fuentes: El País / La Vanguardia