«En Valencia, un semáforo no es una obligación, es un consejo»
«¡Cómo conducís en Valencia!, ¿no? Vaya tela», me dice una amigo que, después de hacer tranquilamente 400 kilómetros por autovía, se mete de lleno en la rotonda de la Avenida Cataluña con Mestalla. Le veo con tensión, agarrando el volante para que no se le escape. Como valenciano y desde el asiento del copiloto todo se ve de otra manera. Estoy relajado y quizás por eso presto atención a detalles que se escapan cuando me toca conducir, como por ejemplo el Seat Ibiza que aprovecha el ámbar para girar en las rotondas para tomar la primera salida (con la consecuente infracción) o el Polo que hace 10 segundos nos seguía por el carril más a la izquierda y ahora está a nuestra derecha. Se ha cruzado cuatro carriles en tiempo récord. Joder, sí que es verdad.
¿Es Valencia la ciudad de España en la que peor se conduce? Si le formulamos la pregunta a San Google, la fama ya está criada. Hilos enteros del portal Forocoches debaten sobre el tema con afirmaciones como «Entre valencianos y napolitanos está la copa de Europa», «En Valencia […] un semáforo no es una obligación, es un consejo» o simple y llanamente «es la jungla». Si nos basáramos en el conocimiento popular, Valencia sería una clara candidata al título. Pero, ¿qué dicen los datos?
Según un estudio, madrileños, melillenses y sevillanos son los peores conductores de España por acumulación de partes y denuncias. Así que no estamos tan mal (parece). Pero sí es cierto que en Valencia hay una serie de normas no escritas al volante que convierten nuestra conducción en un acto temerario.
Las rotondas son un «sálvese quien pueda»: carriles infinitos (¿cuántos carriles tiene la rotonda de la Avenida de Aragón?), coches que se cruzan a izquierda y derecha para no pasarse su salida y golpes de claxon si no conduces como ellos esperan.
Los semáforos que importan son solo los de peatones: ¿Para qué levantar la cabeza si puedes fiarte del semáforo de peatones? En cuanto se pone en rojo, la gente sale disparada.
Achuchar es lo nuestro: A más de uno le gusta pillar el rebufo, aunque vayas por el carril de la derecha. Cuando no te adelantan haciendo zigzag a lo largo de toda la avenida.
Los intermitentes solo se encienden en Navidad: toda intersección es jugar a la ruleta rusa. Apuestas y decides si esperar o meterte en la rotonda porque aquí nadie señaliza.
La doble fila también vale: «Si es un momento» es la excusa perfecta para dejar el coche en doble fila, aunque luego tardes 30 minutos. Y lo sabes.
Hay personas con aspiraciones de piloto de Fórmula 1: solo aquí oirás que alguien va «aventadete» cuando te adelanta despegándote las pegatinas.