En la calle Corretgeria de El Carmen hay una fotografía que es ya patrimonio cultural. Lo es porque une dos símbolos de la Comunitat para convertirlos en obra de arte. Rosita Amores levita sobre una paella con un fondo de cielo azul, abriendo los brazos como diciendo «Valencianos, venid a mí».
La imagen es poética y quizás por eso es una de las instantáneas más repetidas cuando hablamos de este barrio de Valencia. ¿Cómo llegó la famosa vedette valenciana transformar el hueco entre dos edificios en una obra de arte? No hay que irse muy lejos para encontrar una respuesta, tan solo a 2014.
En aquel año el fotógrafo Luis Montolio realizó media docena de obras con el objetivo de transformar el centro histórico en una galería de arte improvisada. De todas ellas, algunas han perdido el brillo, se han deteriorado, pero la de Rosita Amores permanece intacta.
El set, que parece sacado de Photoshop, se instaló en una rotonda de Benicàssim donde se encuentra la paella, cuenta el fotógrafo en un reportaje de Las Provincias. «Ha quedado como que está encima de un ovni, saludando a todos», señala.
A Rosita se le escogió por ser una persona que rompe las reglas, por ser una enamorada de su tierra y una de las figuras más reconocibles del mundo de la cultura en Valencia. Ha aparecido en series, películas, en un musical sobre su vida misma y siempre ha sido una persona que apostó por el cabaret y el erotismo en una España que no estaba nada acostumbrada a ello.
La fotografía de la vedette ocupa dos plantas del edificio y un total de 54 metros cuadrados. No pasa desapercibida y hasta en China se han fijado en ella con una copia que llegó a una galería de arte de Pekín. Como su protagonista, esta lona ya es historia de El Carmen.
Foto de portada: Antonio Marin Segovia (Flickr)