
Esta semana circulaba por Internet un vídeo en el que unos operarios del Ayuntamiento de Valencia retiraban con un tractor cientos de naranjas de los árboles que hay repartidos por la ciudad. Cada año el consistorio retira más de 75.000 kilos de esta fruta para producir compost. Pero, ¿por qué no se pueden comer estas naranjas?
Quien alguna vez ha probado, sabrá que el sabor está a años luz del de las de una frutería. Son naranjas ornamentales, puramente decorativas, que se retiran para evitar molestias a los vecinos.
La frase «Eres más borde que las naranjas de la calle Colón» no puede ser más ejemplificadora. Esta fruta callejera no es apta para el consumo humano por su fuerte sabor amargo. También porque la piel del fruto absorbe todos los gases y productos tóxicos derivados de la polución de las ciudades.
Hay quien afirma utilizarlas para hacer mermelada de naranja amarga, utilizando la piel. Una tarea desaconsejada por varios expertos, que alertan del «alto riesgo» que puede acarrear para la salud utilizar la piel de este fruto tan expuesto a la contaminación.