Los gorrillas. Personajes que despiertan en muchas ocasiones sentimientos contradictorios, pero que de una forma u otra te ayudan a aparcar en zonas complicadas de Valencia por un eurillo o unos céntimos. O “la voluntá”, como quieras decirlo.
El caso es que si no le damos dinero siempre nos queda la duda de si nos encontraremos el coche rayado o no. Que no suele ser el caso, pero se han dado.
El asunto es que las multas con las que se ha sancionado a estos aparcacoches ilegales se han reducido espectacularmente en los dos últimos años. En 2014 se superaron las 600 sanciones, y en todo el año pasado solo 66 personas fueron multadas en Valencia.
Los datos vienen de la concejala de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato, quien recibió las cifras directamente de la Policía local.
El caso es un poco alarmante, más que nada porque estos gorrillas suelen situarse en zonas azules de aparcamiento regulado, por lo que el “donativo” que se les da se suma a la tasa que hay que pagar por poder aparcar ahí nuestro vehículo.
Zonas especialmente afectadas por este caso son, por ejemplo, los hospitales Arnau de Vilanova y 9 d’Octubre, el cementerio municipal o la estación del AVE, sitios en las que se aglomeran muchas personas que van en sus vehículos propios.
¿Cómo frenar a los gorrillas entonces?
Es complicado, porque por mucha presencia policial que haya en las calles las multas casi nunca se pagan dado que estas personas suelen encontrarse en situación de mendicidad, por lo que son insolventes.
El artículo que se aplica es el 121 del Reglamento General de Circulación, que señala a la prohibición de que un peatón transite por un lugar no autorizado, o por el 49 de la Ley de Seguridad Vial”, que habla de sancionar a los transeúntes que caminen por la calzada existiendo zona peatonal.
La presencia de estas personas en algunos casos puede llegar a ser conflictiva por disputas en el “reparto de las zonas” que ellos mismos se determinan, llegando a tener que intervenir la policía para frenar peleas entre los mendigos.
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