Poco fieros, escuálidos y más parecidos a perros rabiosos que a unos verdaderos animales salvajes. Por estas razones el Congreso de los Diputados despachó a los leones que habían sido diseñados por el escultor José Bellver y Collazos y que ocupaban la entrada del hemiciclo en la década de 1850. Hoy, casi dos siglos después, estas fieras descansan plácidamente en los Jardines de Monforte de Valencia.
La historia de los leones del Congreso es la de un capricho que necesitó hasta tres intentos para dar con la tecla. Los que encontramos en Valencia son el segundo de los ensayos, el único que no corrió a cargo del escultor Ponciano Ponzano y Gascón, autor de los primeros de yeso y los actuales elaborados en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla.
Las figuras del escultor de familia valenciana que flanquean la entrada a los jardines apenas miden 90 centímetros de alto y 140 de largo. Están labrados en piedra, de color blanco, y ambos pisan el orbe como los actuales.
Cuando llegaron a Madrid los felinos fueron duramente criticados por su aspecto y acabaron en el almacén del Congreso hasta que Juan Bautista Romero, marqués de San Juan y empresario pudiente de la época los rescató para el jardín. Un lugar declarado Jardín Artístico Nacional en 1941 y actualmente propiedad del Ayuntamiento de Valencia.
En Madrid, tras el escarmiento, optaron por dejarse los cuartos. El resultado fueron dos leones de 2,10 metros de alto en bronce fabricados en la Fábrica de Artillería de Sevilla. El material salió de la fundición de cañones tomados a las tropas marroquíes por el general Leopoldo O’Donnell en la batalla de War-Ras de 1860. Y ahí siguen hasta ahora.
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