
Dicen que la playa te aplatana. Que después de toda una mañana tirado en la hamaca, lo último que quieres es correr una maratón. Más bien, el mar te induce a comer y en La Beata Inés pueden dar buena fe de ello.
Esta pastelería de Mareny de Sant Llorenç es una de las paradas obligatorias de playeros y no tan playeros durante los meses de verano. Destaca por ser el templo del dulce y salado tamaño XXL, con cualquier cosa que puedas imaginar a tamaño gigante.
Es un horno tradicional y familiar situado a pie de carretera, la CV-502, que obliga a pararse en su parking exterior a cualquiera que quiera comprar algo. Y ya que estamos, también a disfrutarlo en su terraza.
El negocio arrancó aquí hace más de 30 años y, pese a su localización, se ha ganado una buena fama a lo largo de toda la provincia de Valencia. Abren todos los días del año excepto durante el mes de noviembre que cierran por vacaciones y hay días que la cola para pillar uno de sus dulces puede parecer interminable.
Sus vitrinas están llenas de pasteles y productos como muffins, coca de nueces y pasas, ensaimadas, pan artesano, fartons o empanadillas, entre muchas otras cosas. Aunque el dulce más demandado es el croissant gigante relleno de chocolate, una reconfortante bomba de calorías después de un día de playa.
De bisabuelos panaderos a abuelos, padres e hijos, el legado de familiar de La Beata Inés continúa y lo hace con éxito. Esperemos que siga así por mucho tiempo.