En Bruselas la recompensa de ir a trabajar en bicicleta no es solo física y ambiental, sino también económica. 23 céntimos son lo que recibe cada belga por kilómetro recorrido en bicicleta en el trayecto que separa su casa del trabajo. En 2015 Bélgica se gastó 93 millones de euros en estas recompensas que las empresas incentivan entre sus empleados y hoy 400.000 belgas ya se aprovechan de la iniciativa.
La mirada belga al tandem contaminación y sostenibilidad en las grandes ciudades ya se replica en otras ciudades del globo, tanto en el ámbito privado como público. Desde Nueva Zelanda a Dinamarca, abordar la movilidad puede tener un impacto económico de hasta 600 mil millones de euros en todo el mundo, según la consultora McKinsey.
En la última década Valencia ha dejado de pasar de puntillas sobre este tema para atacarlo frontalmente. Primero fue la red de transporte público, después vino el Valenbisi y los carriles bici y pronto podríamos hablar de «red de cargadores públicos para coches eléctricos«. Pero no solo de medidas a pie de calle vive la movilidad.
Los funcionarios de la Ciudad Administrativa 9 d’octubre de València, sede de varias conselleries de la Generalitat, podrían trabajar media hora menos a la semana (unos 6 minutos menos al día) si acuden al recinto andando, en bicicleta o en patinete. Esas son dos de las medidas que se reflejan en el plan de movilidad de la Conselleria de Hacienda. ¿Tú lo harías?
Otro de los puntos de esta iniciativa, aunque no hay ninguna decisión firme, es cobrar por la utilización del parking a aquellos funcionarios que no dejen el coche en casa y dar una compensación económica si lo hacen. El estudio viene motivado por los datos de lugar de residencia de los funcionarios.
2.400 trabajadores públicos se desplazan cada día a la antigua Cárcel Modelo de València. El 40% de los que vive en València, que representa en total un 65% del personal, se desplaza en coche. Un número que sube hasta el 70% cuando son personas que viven fuera de Valencia. Según la Conselleria, en torno a un 40% se plantearían pasarse a la bicicleta si se mejoran los estacionamientos o se incrementa la red de carril bici.
Si se consigue aplicar para finales de 2019, el objetivo es bajar los números entre 10 puntos para los vecinos de Valencia y 20 para aquellos del área metropolitana. Esta última parte parece ser el escollo hasta hoy más difícil de solventar por la falta de frecuencias de metro y alternativas a este desde el área metropolitana en núcleos de población grandes como Torrente y Paterna.
València podría ser pionera en la adopción de esta medida, que ya se incentiva en el sector privado de otras ciudades como Madrid con la reducción de impuestos a empresas a cambio de pagar el abono de transporte a sus empleados. El melón de la movilidad en Valencia está abierto y el debate, servido.