Nuestra ciudad es muy rica en historias y leyendas, unas más negras que otras. Pero es también hogar de preciosas y tristes historias de amor. Es el caso de la historia del nicho 1501 (que puede visitarse en las Rutas del Silencio).
Vicente García Valero fue un actor nacido a mediados del siglo XIX que conoció al amor de su vida, Emilia Vidal Esteve, cuando contaban con 15 y 13 años respectivamente. No tardaron en casarse, pese a que por su ocupación Vicente tuvo que partir a Madrid e instalarse allí.
Tristemente, un brote de fiebres tifoideas hizo que Emilia muriera en 1876. Fue enterrada en una fosa común, pero con un gran esfuerzo económico el actor logró exhumarla dos años más tarde. Por 250 pesetas –una pequeña fortuna para la época– compró un nicho (el número 1501) a perpetuidad y la enterró en el Cementerio General de Valencia.
Poco después se casaría con una de las hermanas de Emilia. Pero nunca dejó de recordar a su amor: todos los años se preocupaba de que la tumba tuviera flores nuevas para el día de Todos los Santos, aunque fuera girando dinero a Valencia para que alguien aquí se acercara al nicho 1501. Enviudó nuevamente, y se casó con la tercera de las hermanas (él mismo reconoció en sus memorias que la situación fue poco común). Con ella tuvo una hija, a quien llamaron Emilia, que falleció antes de llegar a los cinco años.
El premio al 1501
La situación económica de Vicente empeoró con el tiempo, pero nunca dejó de enviar el dinero para limpiar la lápida y poner flores a su nicho. Sin embargo, en 1911 le fue completamente imposible hacerlo. La pena lo abrumaba, pero caminando por Madrid al año siguiente vio en una administración de loterías el número 1501. Sin dudarlo lo compró… y el 10 de octubre supo que le tocó un premio: 600 pesetas.
Vicente murió en 1927 en Madrid, y creemos que allí está enterrado. Lo que queremos creer también es que cada 1 de noviembre le sigue mandando su amor, aunque ya no haya dinero de por medio.
El nicho 1501 está ya casi olvidado, la inscripción en la losa casi borrada. Y abajo del todo se puede leer “Recuerdo de V. García Valero”, un último homenaje a un amor incondicional.