«Todas las estancias de la casa tienen suelo hidráulico«. Esta es probablemente una de las frases más buscadas hoy en día en los anuncios de búsqueda de piso. 100 años después de su salida al mercado, los suelos hidráulicos vuelven a estar de moda en el diseño de interiores, pero su historia es un poco de las de unos crian la fama y otros cardan la lana, como diría el refrán.
Y es que antes de su salida al mercado en 1920, en Meliana había diseñador que importó un concepto mucho más artesanal y laborioso surgido en Inglaterra durante el siglo XIX. Su nombre es Miguel Nolla y el invento lleva su nombre: el mosaico Nolla.
Las diferencias entre los suelos hidráulicos y este diseño están en los materiales empelados, el tamaño y su instalación. Lo que conocemos como «suelo hidráulico» es una base de cemento pigmentado a la que se imprimen colores mediante una prensa hidráulica. Su tamaño suele ser de 20×20 centímetros y sus costes de fabricación y compra son más bajos.
Los de Nolla, aunque también se producen en masa, emplean materiales más caros como la cerámica de alta calidad. El suelo se compone a partir de pequeñas piezas geométricas de 5×5 centímetros habitualmente y en mate para evitar reflejos de luz. Su composición recuerda a la del trencadís valenciano.
Ambos diseños rivalizaron durante el modernismo catalán y valenciano, siendo utilizados indistintamente por grandes arquitectos de la época. Sin embargo, el mosaico Nolla desprende un halo de autenticidad y artesanía que el hidráulico no puede igualar. Será porque nos recuerda quizás a los mosaicos de los romanos y griegos o por su armonía en la disposición.
Miguel Nolla puso al azulejo valenciano en las casas de todo el mundo y fue también una persona de importante relevancia local. La Fábrica de Mosaicos Nolla fue una referencia industrial en España durante la segunda mitad del siglo XIX, estrechamente ligada a la Segunda Revolución Industrial.
La cerámica de Nolla hoy todavía sigue pasando desapercibida, pero el Ayuntamiento de Valencia tiene un sus salones de la alcaldía suelo hecho de este estilo, así como también el asilo San Juan Bautista de Valencia o la joya de la corona, los restos abandonados del «Palauet» de Nolla en Meliana.
Fuentes: Valencia Plaza / revistaad.es / Levante-EMV
Foto de portada: Disseny VLC