A Fernando Abellanas el término manitas se le queda corto. Este valenciano es la simbiosis de arquitecto y diseñador que todo niño necesitó para materializar sus inquietudes. Esas que te hacen correr de arriba para abajo, con la cabeza bullendo ideas que no te dejan dormir por la noche.
La creación de Abellanas es el sueño hecho de realidad de aquellos que siempre quisimos tener una casa en el árbol al estilo holliwoodiense, pero que nunca nos planteamos seriamente vivir muy lejos de la jungla de asfalto. La obra de Abellanas es algo así como un sueño hecho realidad. Un pequeño paraíso de paz. Un escondite con el sonido de coches y trenes como banda sonora.
La idea es aparentemente simple: aprovechar las vigas que sostienen al puente para construir una estructura suspendida a cinco metros de altura. El resultado es mejor verlo por uno mismo.
El concepto que el diseñador plantea es, por un lado, servir como refugio a la ciudad sin salir de ella, y a la vez, repensar los espacios (especialmente los bajos de un puente) asociados a la marginalidad.
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