La clóchina no quiere pronunciar la erre. O simplemente no puede. Es tímida por naturaleza y la luna dicta siempre sus tiempos. Pero año tras año, nunca falta a la mesa. En cuanto los meses del año se vuelven amables y pierden la fuerza de la erre, este molusco bivalvo florece en las 22 bateas registradas en Valencia. Y como su denominación de origen marca, no es ni mejillón ni musclos. Es única.
Este manjar es todo un orgullo en la terreta. Por su sabor, su cultivo mimado y artesanal y su corta vida anual. Es un bien escaso, por lo que hay que ir con cuidado para que no nos den gato por liebre (o clóchina por mejillón, mejor dicho).
Comparada con su primo mayor, la clóchina presenta un menor tamaño y un tono en su carne mucho más pálido que el del mejillón, sin perder ni un ápice de su intenso sabor. Como beneficios, además de pocas calorías, es rica en vitaminas, calcio, hierro, potasio, fósforo, magnesio y Omega 3.
Su cultivo se localiza principalmente en bateas ubicadas en las proximidades del puerto de Valencia. En estas islas flotantes, el molusco se cosecha bajo el agua siguiendo estrictamente el calendario lunar, entre abril y agosto, siendo mayo el mes con mayor actividad en la recogida.
De las vigas que sustentan la plataforma cuelgan unas vendas de algodón a las que se adhiere la clóchina. Una vez alcanza el tamaño para su recolección, como agricultores marinos, los criadores las extraen a la superficie para su limpieza y posterior almacenaje en pequeñas mallas que acabarán en los mostradores de los principales mercados de Valencia.
Ganadora de concursos y catas, por delante del mejillón del Delta del Ebro y de Galicia, desde 2007 se protege mediante una marca «Clóchina de Valencia». Pero no escapa de la picaresca. Para saber que es clóchina auténtica (no cultivada en Cataluña o en otras zonas de España), la malla debe venir con una etiqueta oficial en la que salen representados el molusco junto con la Senyera valenciana y un número de registro.
Y ahora te preguntarás: ¿Y dónde las puedo probar? Pues una opción es cocinarlas en casa, al vapor con ajo, limón y pimienta. O si no, puedes acercarte, cuando se pueda, a restaurantes míticos como Casa Montaña, La Pilareta, La Clotxineta o Taska La Reina, entre otros.