Valencia guarda entre sus calles innumerables tesoros. Y algunos de ellos se esconden a los ojos de los turistas. Si paseamos por el distrito de Campanar, aparentemente no hay nada a simple vista que nos diga que estamos ante un barrio diferente. Modernos edificios y grandes avenidas ocultan un lugar que para sus habitantes no es un barrio, sino un pueblo.
Entre las avenidas Maestro Rodrigo y Pío XII encontramos el antiguo pueblo de Campanar. Sus calles todavía conservan las casas más pintorescas y su emblemática plaza de la iglesia. Apenas un par de calles nos separan de un paseo por una Valencia de otra época en la que el intenso ritmo de la ciudad desaparece completamente.
Su origen está en un conjunto de alquerías musulmanas del siglo XIII, que Jaime I recuperó tras conquistar Valencia. Siglos más tarde, se constituyó como municipio independiente entre 1836 y 1897, fecha en la que se anexionó a Valencia.
A principios del siglo XX se decidió sustituir las viviendas más rurales por una nueva arquitectura, más modernista y uniforme que se ha conservado hasta nuestros días.
El paso del tiempo ha hecho que la ciudad haya acaparado todo el terreno agrícola que rodeaba a este pequeño núcleo urbano. Las alquerías han desaparecido prácticamente, pero el barrio no ha perdido su encanto.
Se recomienda comenzar la visita por las calles de Moussen Rausell o Mestre Bagant, que nos guiarán hasta la plaza de la iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia. Por el camino encontraremos la panadería El Forn de Manuela, toda una institución en el barrio. Si acudimos por la mañana, la calma que lo rodea nos dará la sensación de haber viajado al interior de la provincia de Valencia.