El cineasta Rodrigo Cortés lo solía avisar en su perfil de Twitter cuando no tocaba para trolearnos a todos. Porque con este cambio que tenemos que hacer dos veces al año siempre nos despistamos. Ordenadores y móviles ya se cambian solos, pero seguimos teniendo que trajinar el reloj de la cocina, el de la mesita de noche y el de la muñeca –para los tradicionales que lo sigan usando–. Así que, ¿cuál toca ahora? ¿El de adelantar una hora o el de atrasarla?
El cambio al ‘horario de verano’, el que tenemos que hacer en la madrugada de este sábado 28 al domingo 29, supone adelantar una hora nuestros relojes, quitarnos 60 minutos de experiencia vital que nos serán devueltos con el siguiente cambio. O lo que es lo mismo, que a las 2:00h serán las 3:00h.
Con el confinamiento del estado de alerta, en el que todos los días parecen ser los mismos, puede que el único cambio que notemos sea que el aplauso de las 20.00h en agradecimiento a los sanitarios se haga con un poquito más de luz. Ya que ahora amanecerá y atardecerá una hora más tarde.
Las voces a favor y en contra de estos cambios se repiten en cada ocasión. La eterna justificación de este juego de horas es la del ahorro energético, pero hay quien considera que el horario que llega con la época estival es el que se debería mantener el resto del año. En este sentido, el Parlamento Europeo acordó hace un año realizar una votación para ponerle fin o no a estos cambios de hora en 2021, por lo que puede que tenga los días contados.
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