
Después de vivir una de las noches más difíciles de su vida y de la de su comunidad, el diseñador gráfico afincado en Valencia Michael Barros, originario de Sangolquí (Ecuador), encontró en el arte una manera de transformar el dolor que asoló Valencia el pasado 29 de octubre en memoria.
Inspirado en los azulejos de la riada de 1957, creó piezas únicas que reflejan los caminos improvisados y la resiliencia de su pueblo tras el desastre de la dana. con el lema «Fins ací va arribar la riuà».

«Estos azulejos son para recordar, para que no vuelva a ocurrir», explica Barros, quien comenzó regalándolos a vecinos y amigos en Benetússer.
El proyecto, nacido de la necesidad de expresión y homenaje, se ha convertido en un símbolo de unidad y resistencia y ha desbordado las previsiones del artista.
«Busqué si tenía azulejos en casa, y con tan solo 98 de ellos, empecé a recorrer las calles de Benetússer, pasé por esos pequeños negocios que empezaban a resurgir, y daban esperanza y fuerza al resto; los regalé a amigos y vecinos; pero el ‘boca a boca’, hizo que, aun sin ánimo de lucro, tuviera que ponerle un precio mínimo para poder afrontar los gastos«, destaca.
Con una paleta de colores terrosos que rememora la catástrofe y una franja que simboliza la pasarela que reunió a las familias, la iniciativa destaca un mensaje que resonó entre los voluntarios: «Sols el poble salva al poble».

Lo que empezó como un gesto personal ha cobrado fuerza en la comunidad, que llena ahora su buzón de Instagram como peticiones para repartir estos azulejos en Picanya, Paiporta o Catarroja.
«Para que no se olvide que, mientras llevábamos horas ahogándonos, las alarmas de emergencia sonaban a las 20:11 h.», concluye.
Michael Barros atiende peticiones a través de su Instagram.