Orriols tiene un muro. Un muro que separa dos calles del barrio y que antes que la maña y la picardía ciudadana se impusieran, aislaba a unos vecinos del resto. Esa pared hoy tiene un agujero que permite escapar hacia la otra parte del barrio sin tener que dar toda la vuelta a la manzana. Desde la década de 1960, se le conoce a esta escapatoria como el «agujero de la vergüenza».
Esta suerte de pasaje fue creado por los propios vecinos del barrio y comunica las calles Agustín Lara y Baeza. No podían tirar el muro que les ha separado más de 40 años y decidieron cortar por lo sano picando una escapatoria. Pero, ¿por qué?
El paso lo bloqueaba el edificio del restaurante Balaguer y su derribo ha implicado siempre tener que liar con los derechos de propietarios privados. El ayuntamiento de València ha explorado la opción de derribarlo en varias ocasiones y con distintos partidos políticos al frente. La solución pasaba y pasa todavía por la apertura de la calle de Agustín Lara hasta la avenida de la Constitución, eliminando los edificios y solares intermedios.
Comienza el derribo
Ahora, tras años de demandas vecinales, el agujero de la vergüenza se acerca a su final. El Ayuntamiento de Valencia ha iniciado las obras para derribar los edificios y rehabilitar los mencionados solares.
La apertura de la calle Agustín Lara permitirá dotar al barrio de una zona verde de más de 850 metros cuadrados y dos parcelas de uso residencial de 1.000 y 1.700 metros cuadrados, según informa el consistorio.
En estas dos parcelas edificables se levantarán dos bloques de viviendas de siete alturas, completando así las manzanas ya existentes. Estos edificios podrán albergar unas 120 nuevas viviendas.
En la avenida Constitución, se ampliará la acera, se plantará arbolado y se instalará nuevo mobiliario urbano.
Por otro lado, en la calle Baeza, al eliminar la parte trasera de estos edificios, se regulariza la alineación de la calle, se construye una nueva acera, y se ganan nuevos espacios de aparcamiento, explica el ayuntamiento.
Las obras cuentan con un presupuesto de aproximadamente 900.000 euros y se estima que duren unos seis meses.